La estación se limita a ser el lugar donde la gente deambula en su espera, y yo en la mía. El segundo cigarro que apago y la tercera vez que miro la hora en el móvil me intrigan el aburrimiento. !Como si ya no supiera de sobra cómo va a ser el día!
Hoy me he cansado de inventarme una historia para cada persona que se cruza por mi mirada perdida en el horizonte. Me he cansado de pensar que ya no tengo ganas de volver allí porque lo que ocurre ahora es que ya no quiero irme. Pero vuelvo, y en mis pasos hasta mi asiento del fondo también vuelvo, inconscientemente, a todo aquello que ya fue. Es un paseo espacial breve y un paseo mental muy largo por ese pasillo estrecho donde ya empiezo a ver caras conocidas. Cruzo los dedos, con la mano metida en el bolsillo, deseando con todas mis ganas que me toque ventanilla y que nadie se siente a mi derecha. Surge mi mueca de los labios hacia un lado, y las cejas levantadas. Hoy ha habido suerte, pero yo seguiré pensando de manera infantil éso de que si deseas algo con todas tus fuerzas al final se cumple.
Antes de que el motor se ponga en marcha aún sigo deambulando por la estación, igual que el resto, aunque yo no necesite nunca mis pies para hacerlo como ellos. Ya sé el camino que vamos a seguir, cómo es cada uno de los edificios que voy mirar y en qué semáfonos se parará mi autobus. Ahí están puestos mis ojos, sin que llegue a ser lo que yo veo.
Ultimamente el camino se hace más corto. De repente, veo mi cara reflejada en el cristal y estoy sonriendo. Una puerta que se abre. Otro paseo. El camino de siempre. Otra puerta que se abre. Llego a casa. Sonrisa. Máscara puesta. No me gusta este día. Ellos lo saben. Sigo deambulando. Miro cada rincón, cada cambio, y las cosas "que siempre serán de siempre". Ella me mira, se acerca, y me abraza. Ya lo ha hecho como mínimo tres veces a lo largo de la tarde. Mi mente termina dando vueltas. Yo, termino andando en círculos en la habitación. Me siento. Miro atrás, muy atrás...sin mover ni un solo milímetro mi cabeza. Recuerdo cómo era sentirse así. Me siento así ahora. Escribo. En presente, porque ya no da tanto miedo. Vuelvo a sonreír, otra vez, por pensarte. Y ya sé que será la única sonrisa, sincera y sobria, de hoy.
Valoro ahora más que nunca este trozo de tiempo donde coexistimos. Este ahora, que, también, es terminar con los nudos en la garganta y los ayeres que se me atragantaron. Me prometo no volver a devorar la vida, que ahora quiero saborear cada bocado. Volver ya no es el mismo volver... aunque me sigue pesando más el camino que los años.
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